de Historia del polvo, (Carlos Alfam)
"El día de mi cumpleaños, el tío León
decidió internarse en el manicomio. Es inevitable, dijo, se llama herencia.
Igual que las cosas que se dejan en un testamento. La abuela tiene uno. Como no
me dio regalo, agarré un par de cuadernos del montón que guarda en su armario.
Tienen tapas suaves color vino, y unos broches plateados garigoleados muy
bonitos. Me gusta el olor que sale cuando los abres. Además, si lo haces frente
a una ventana donde pegue el sol, como en la recámara de mi primo, se puede ver
que de las libretas sale polvo; y si las cierras de golpe, el polvo se espanta
y se va hacia arriba, aunque segundos después vuelve a tomar su camino y hace
como si tú nunca hubieras estado ahí y sigue cayendo lentamente. En realidad
agarré más de un par de libretas, pero de todos modos, la última apenas estaba
empezada y no olía tan bien ni soltaba polvo. Sólo había entre las páginas unos
mapas viejos muy doblados, junto con una cinta que decía: “cigarros Raleigh”, y
una foto en la que no aparezco porque aún no había nacido. De mi familia yo fui
el último en nacer. Hasta en eso se me hizo tarde.
Entonces,
cuando ese día mi tío se fue al sanatorio, mamá dijo:
—Es que la memoria de
mi cuñado es tan prodigiosa que nunca olvida un rostro o nombre. Es para
volverse loco.
Mi tío pasaba gran
parte del fin de semana dentro del baño repasando páginas de libros que había
leído y se ponía a hacer enumeraciones mentales; luego, antes de imaginarse
nada, juntaba muchas oraciones e inventaba lugares. Al final salía con cara de
héroe triunfal y decía que tal o cual calle o ciudad era así, y comenzaba a
describirla. Él aseguraba que era un ejercicio para poner la mente en blanco,
porque primero ve uno las cosas en su cabeza y luego intenta describirlas,
mientras que él hacía lo contrario, primero buscaba palabras tratando de no
pensar en la cosa que le correspondía, y así armaba paisajes. Claro que a veces
resultaban lugares muy extraños. Como la vez que salió del baño y declaró: “En
Alfama los callejones dentífricos están pisados por la piedra pulida que
pusieron los marineros con los restos que trajeron desde los países
conquistados, y si miras hacia arriba ves que en los balcones cuelga ropa
lamida y contracultural mirando airosamente hacia el centro del río. Una
anciana escolta aguzadamente el paso del tranvía que baja carretoneando por las
escaleras de turistas. El hombre mira el tajo con fotografía en mano.” Mi tía
Rosario torcía la boca y hacía cara de fastidio. Vilmar decía: ¡Claro!
“dentífricos” porque las piedras de la banqueta parecen dientes acabados de
cepillar. Todo mundo asentía. Y cuando a mamá le tocaba uno de estos episodios,
ella era la única que no decía nada al final. Se quedaba ahí hasta que todos se
iban y luego se levantaba sin hacer ruido.
A mamá casi todo le
parece un prodigio: la inteligencia de mi hermana, el talento de Sergio para la
limpieza, el olfato de mi abuela, la seriedad de mi primo Vilmar y la
delicadeza de Susana, siempre parece a punto de quebrarse. Mamá no entiende por
qué me gusta el atlas o comerme la mostaza en la palma de la mano, también eso
la sorprende. Luego le pregunta a Ada si sabe por qué algunas veces me quedo
callado y otras hablo mucho, pero sólo lo hace para despistar y hacer como que
no se entera de nada. A mamá también le gusta volverse invisible, por eso nos
llevamos bien, por eso sé que ella sabe la respuesta de todas las cosas que
pregunta y en el fondo, es como si nada en este mundo lograra sorprenderla,
como si todo eso fuera pura actuación, yo no sé. Mamá es un gran misterio. Creo
que lo único que verdaderamente le parece un prodigio es su propia invisibilidad.
Ella lo ve todo pero se enorgullece de que nadie la vea cuando ella así lo
desea.
La gente que se queda
callada es porque no entiende nada, o porque es la única que entiende de
verdad. Pero los silencios son distintos y hay que aprender a reconocerlos; el
de mamá es el que entiende todo, el mío es el otro. En ese caso, lo mismo da no
decir nada o decir muchas tonterías. Por eso a veces cuando me preguntan algo
no respondo y otras interrumpo para hablar de cualquier cosa que no tiene que
ver con nada. "
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